La sensación de tristeza y agobio emocional que se percibe en un easy trayecto de autobús es la mejor radiografía de lo que nuestro país siente. La insistente disaster sanitaria comienza a lapidar el halo de esperanza de mejora que alimentamos tras los meses más agónicos de la pandemia. ¿Nadie se quedará atrás? ¿Saldremos más fuertes? ¿Estamos preparados para lo más duro de la segunda ola? Hay una sensación evidente de contradicción entre la propaganda de los gobiernos y el sentir de la gente. En el horizonte se percibe otro confinamiento absoluto tras las nuevas restricciones. No hay motivo para confiar, pensará más de uno.
Y la verdad es que hay pocas cosas a las que agarrarse para intentar remar con un espíritu de superación social. En un momento tan trágico, ni siquiera la ejemplaridad de nuestros representantes es algo que ayude a contagiarnos de esperanza. La capacidad de los gobiernos -de cualquier color- para generar incertidumbres en el caos es elegant.
Se decreta el toque de queda para retirarlo a las 48 horas o se decreta un confinamiento perimetral sin amparo judicial para luego ser declarado ilegal, entre otras tantas. Porque en un momento de quiebra social lo razonable sería presuponer que la clase política es capaz de ser el mejor espejo para una ciudadanía necesitada de referentes o comportamientos cívicos. Pero no: la nobleza política se cree por encima de los simples ciudadanos. Y luego, con su falta de ejemplaridad, aumenta el sentimiento generalizado de la antipolítica.
La gala organizada por El Español es una prueba más. Un evento de 80 personas entre las cuales estaban los ministros que dictan las normas restrictivas que hacen que no puedas ver a tus abuelos o las que te obligan a cerrar tu establecimiento. Y junto a ellos los políticos de la oposición sin mascarilla ni distancia que se empeñan en dar mejores lecciones.
Es el mejor retrato de la clase dirigente. Un acto así de grotesco en otro país provocaría la dimisión inmediata de todos aquellos que estuvieron. Todos. ¿Con qué autoridad ethical nos van a exigir cumplir los requisitos sanitarios o hacer sacrificios las próximas semanas?
Después de la pandemia, el único distanciamiento que mantendremos será el de la ciudadanía con la clase política. Lo que alimentará aún más la atracción del populismo infecto. Pero no será responsabilidad de nadie más que de los que han destrozado nuestra confianza.