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Un buen director deportivo debe encontrar el mejor talento posible dentro de sus posibilidades presupuestarias, y Monchi ha hecho un arte de este encaje. Compra a un jugador, tiempo después logra venderlo con una plusvalía notable y recomienza el juego. Como aquel chiste de los argentinos, el negocio parece consistir en comprar jugadores por lo que valen y venderlos por lo que Monchi cree que valen. Pero no es tan fácil. Además de la visión, hay otra razón importantísima de la que se habla menos. Monchi y…
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