Sucedió en uno de los territorios más bellos y abandonados de Colombia: el Pacífico colombiano, más exactamente en la zona de Timbiquí y López de Micay, entre otros municipios: al inicio de la pandemia se puso escaso el arroz.
Este lugar, lleno de naturaleza exuberante y de frutos de mar, con hierbas de azotea y de patio, no tenía arroz porque no se produce allí y este debía llegar en los barcos que zarpan de noche de Buenaventura, unas viejas moles que surcan ese mar Pacífico maravilloso.
Sin barcos ni lanchas, la escasez de arroz llevó a que los músicos más importantes de la región, residentes en Cali, organizaran una recolección de mercados que incluyeran este alimento y otros productos para asegurar que su gente en los territorios comiera bien. Luego, a bordo de un avión los llevaron y los repartieron.
En esta época nos dimos cuenta, además, de que la importancia de los campesinos es tan very important como la de los médicos, las enfermeras y todo el private de salud en common, así como quienes ayudan en la seguridad y el aseo.
Sin ellos en el campo, recogiendo el sembrado y enviándolo a las grandes ciudades, hubiera existido un gran desabastecimiento. Benditas sus madrugadas y su trabajo solidario por la comida de los citadinos.
Sin embargo, ante esta pandemia, la disaster de hambre en el mundo aumentará, por la gran pobreza que ya cubre a buena parte del planeta, con países con muchas personas, bajas condiciones de vida, servicios básicos insatisfechos y políticas que no ayudan a superar la falta de alimentación básica y nutritiva.
De esto habla el weblog Paz y Desarrollo de ELTIEMPO.COM (http://blogs.eltiempo.com/pazydesarrollo/) de este 6 de septiembre, a cargo del abogado Raúl Alberto Pupo Pumarejo, especializado en derecho penal pero para quien la seguridad alimentaria es un derecho por el que hay que trabajar y muy duro.
“El hambre es una realidad horrible que ha ganado terreno y está creciendo a pasos de gigantes por distintas causas, como son los cambios climáticos que afectan al sector agropecuario, las condiciones epidemiológicas que alteran el regular desarrollo de la economía en una sociedad, la corrupción que impide que los recursos se destinen a su fin determinado, la avaricia o el egoísmo de las personas, la falta de educación, el desempleo, entre otras muchas”, escribe.
Para el abogado, en un país con tierras tan ricas y en pisos térmicos tan distintos, capaz de producir frutas, verduras y hortalizas, y con tierras además propicias para la ganadería, no tiene ningún sentido que alguien se muera de hambre o que alguna persona no tenga las tres comidas básicas, y esa debe ser un trabajo que, en plena pandemia, el Estado debe liderar.